El sentido del oído en las personas mayores
Después de haber dedicado el artículo anterior al sentido de la vista, vamos a continuar con otro órgano de los sentidos con gran afectación en el grupo de personas mayores, el del oído.
Después de haber dedicado el artículo anterior al sentido de la vista, vamos a continuar con otro órgano de los sentidos con gran afectación en el grupo de personas mayores, el del oído.
Tanto la vista como el oído pueden presentar alteraciones en el proceso de envejecer y afectar de manera notable a nuestras relaciones. Estos dos sentidos, en particular, inciden con mucha frecuencia en esta etapa de la vida. Por ello, voy a proporcionarles unos datos generales y algún consejo para cuidarlos bien y prevenir o detectar, cuanto antes mejor, sus alteraciones. Pero quiero dejar bien claro que como oír o ver mal “son cosas que ocurren a las personas mayores”, acabamos asumiendo que “son cosas de la edad” y, por lo tanto, hay que resignarse a vivir con ellas. Tienen que saber que no es cierto, no tenemos que acostumbrarnos, sino vigilar por si nos aparece alguna deficiencia en estos campo, y actuar lo antes posible.
Ya hemos hablado en numerosas ocasiones de una situación que se da con relativa frecuencia entre el colectivo de las personas mayores y que no es otro que la soledad. También os he comentado que este hecho produce más fallecimientos entre las personas de edad avanzada que el tabaco. Por eso hoy vamos a centrarnos en adquirir consciencia de este hecho y ver de qué manera podemos romper ese círculo vicioso que nos puede llegar a hacer muy dolorosa nuestra última etapa de la vida.
Hemos comentado en anteriores ocasiones que la vejez no es una enfermedad. Es una parte del ciclo de la vida, en la que se van produciendo cambios en nuestro organismo. De esto sabemos mucho las mujeres: la adolescencia, la maternidad, la menopausia son parte de la fisiología femenina que nos ha generado cambios en nuestro cuerpo, y todas hemos sabido adaptarnos a ellos.
En nuestra cultura, “mi casa”, donde vivo, es lo que me aporta seguridad, protección, donde he podido criar a mis hijos, he recibido visitas de mis amigos/as, de mi familia o donde he disfrutado de esos momentos de soledad buscada y deseada, de paz y tranquilidad que, a veces, resulta imprescindible para nuestra salud.
Espero que cada vez menos, pero todavía nos pesa la idea de que, a partir de la jubilación, una vez acabada la vida laboral, podemos “desconectarnos” del mundo. Esto es cada vez menos frecuente. Por el contrario, estamos viviendo tiempos en los que las personas jubiladas (pensionistas, jubilados, viudos-as), están haciéndose oír, convencidos de que aún tienen mucho que hacer en esta sociedad en la que todos vivimos.
Los malos tratos a las personas mayores son muy desconocidos en nuestra sociedad. Debemos difundir su existencia para que sean detectados. En esta entrega trataremos de dónde, cómo y por qué se producen.
El 13 de diciembre de 2017 se celebró en Pamplona un curso sobre “Prevención de Malos Tratos a Personas Mayores”, al que tuve la oportunidad de asistir. En él, diferentes personas desde el ámbito profesional sanitario, social e incluso policial y legal, dieron los diferentes enfoques acerca del tema.
Continuamos con las recomendaciones para una alimentación saludable de las personas mayores. Decíamos que «al envejecer, se experimentan cambios en el organismo que conviene tener en cuenta en la alimentación. Las personas mayores tienen que seguir llevando una alimentación completa y equilibrada».
En la tercera y última entrega de este trabajo vamos a hablar del diagnóstico y el tratamiento del Alzheimer. El diagnóstico de la enfermedad solo se puede hacer con certeza estudiando el cerebro de la persona enferma post mortem. El diagnóstico en vida es de “probable Enfermedad De Alzheimer”, y se basa en una buena y detallada historia médica, análisis que descarten otras causas de demencia, la realización de test para ver cómo funciona el cerebro y estudios de radiodiagnóstico por Neuroimagen.