En los últimos tiempos, por desgracia, se habla mucho de la presencia de la depresión en personas jóvenes. Es una patología muy preocupante porque afecta a individuos que tienen todo un futuro ante sí, pero no debemos olvidar que otros grupos sociales también padecen esta enfermedad.
Es el caso de las personas mayores que, como señala un folleto divulgativo de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, se tiende a pensar que es normal que experimenten procesos depresivos, como si fuera un fenómeno inevitable y propio de la edad.
Sin embargo, pese a que los cambios (muerte de seres queridos, traslados de domicilio, enfermedades) parecen inclinarles en mayor medida hacia la melancolía, no debemos aceptarla como algo que no tiene remedio.
Por tanto, hay que ayudar a que los mayores no caigan en esos estados y prevenir su aparición. El primer paso consiste en saber qué síntomas pueden indicar que nos hallamos ante una posible depresión:
- Pérdida de interés por lo que antes proporcionaba disfrute y satisfacción.
- Sentimiento de tristeza y decaimiento.
- Problemas para concentrarse
- Dificultades para dormir
- Cansancio, cambios de peso o de apetito
- Falta de determinación para abordar cualquier tarea, que casi nunca se termina
- Problemas físicos, como dolores de cabeza o problemas digestivos
Antes de llegar estas situaciones, hay que adoptar una conducta activa y preventiva, que en el caso de las personas mayores se articula en tres tareas básicas:
- Realizar actividades sencillas que puedan ser compartidas con otros y que nos satisfagan
- Mantener la actividad intelectual, mediante la lectura, los espectáculos, los juegos, el seguimiento de la actualidad
- Cuidar las relaciones personales y familiares. Hay que evitar encerrarse en uno mismo.
Cuando alguien padece los síntomas citados y comienza a caer en conductas de riesgo, debe solicitar ayuda a las personas cercanas y, si el problema se agrava, a los profesionales. No es ningún signo de debilidad acudir al psiquiatra o al psicólogo. Hacemos lo mismo que cuando consultamos a otros profesionales de la salud por diferentes patologías.
A la hora de tratar con personas depresivas, es conveniente favorecer su autonomía y hacerles partícipes de las necesidades y problemas de los demás, para que tomen parte activa en resolverlos. Este comportamiento les ayuda a minimizar sus propias dificultades y contribuye a que salgan de la apatía.