Como es sabido, la presencia del Alzheimer es mayor en nuestra sociedad, más en la medida que las personas superan los 75-80 años. Por ello, es importante que sepamos cuáles pueden ser algunos de sus síntomas, y distinguirlos de problemas pasajeros que todas las personas podemos padecer en algún momento.
En el portal divulgativo The Conversation, dos especialistas nos proporcionan algunas claves para diferenciar el envejecimiento inevitable y la aparición de esta grave enfermedad. Las resumimos y recomendamos su lectura, porque es muy ilustrativa.
La idea principal es que con los años manifestamos torpezas y despistes que son propios de la edad. A cualquiera se le olvidan las llaves, no recuerda dónde ha colocado un objeto, olvida el nombre de un famoso o un familiar y pasa por períodos de apatía y cansancio. Y, en general, se siente diferente a cuando estaba en plenitud. No hay otro remedio.
Sin embargo, algunos de estos episodios pueden ser indicativos de la aparición del Alzheimer, sobre todo en el caso de que resulten persistentes y generen una situación de angustia y malestar. Veamos algunos de ellos:
Pérdida de memoria
Es uno de los síntomas más claros de la enfermedad, que lleva a olvidar los asuntos recientes y a preguntar de manera recurrente por las mismas cosas.
Desorientación en el tiempo y ubicación
Los enfermos tienen dificultad para localizar lugares habituales y olvidan numerosas fechas y eventos señalados.
Dificultad para hablar
Una cosa es olvidar momentáneamente el nombre de un conocido, y otra mostrar incapacidad para expresarse, hasta el punto de causar angustia y desazón.
Comportamiento alterado
Solemos decir que al hacerte mayor, te vuelves más cascarrabias. El enfermo de Alzheimer, más allá de esa conducta que tanto se caricaturiza, se vuelve irascible, entra en trances depresivos y en cambios emocionales profundos y duraderos.
Problemas para localizar objetos
Dejamos la cartera en otro lugar y nos volvemos locos. Le pasa a cualquiera de vez en cuando. Sin embargo, los afectados por esta patología pierden constantemente objetos cotidianos y, sobre todo, no son capaces de emprender un proceso de recuerdo o análisis que les lleve a recuperarlos.
Falta de juicio
No es solo cuestión de meter la pata, de lo que nadie se libra, sino el hecho de perder el criterio para actuar y tomar decisiones, de manera habitual, hasta de los temas más sencillos.
Aislamiento social
De vez en cuando, no nos apetece ver a nadie. Pero los pacientes de Alzheimer se vuelven más introvertidos y ya no muestran interés por la actividad lúdica o deportiva, ni por la interacción social
Incapacidad para las tareas cotidianas
Uno puede ser desafecto a las nuevas tecnologías, o prefiere delegar la burocracia en otros. Sin embargo, quien sufre esta patología se vuelve de repente incapaz para hacer todo aquello que antes desempeñaba sin dificultad, o incluso con destreza. Esto le provoca mucho estrés.
Si percibimos que nosotros mismos experimentamos estos síntomas, o alguien de nuestro entorno cercano, lo más recomendable es que acudamos al médico para que se hagan las pruebas preceptivas y pueda valorarse si está presente el Alzheimer en sus primeros estadios. Como enfermedad degenerativa, existen muchas maneras de tratarla para mitigar sus efectos, sobre todo en las etapas iniciales.