El aumento de la esperanza de vida es un hecho incontestable en los países desarrollados. En poco más de medio siglo, las personas han pasado de vivir una media de cincuenta años a superar los ochenta. En el cambio han intervenido muchos factores, económicos, sociales y sanitarios, y se trata de una realidad que plantea enormes retos a la sociedad.
Más allá de las cuestiones problemáticas, que habrán de resolverse mediante las políticas públicas, crece la concienciación de los individuos sobre su papel activo en la longevidad. Cada vez se publican más estudios sobre la incidencia de las circunstancias personales y los hábitos de vida en el incremento de la edad. Está aceptado que factores como la alimentación equilibrada y el ejercicio físico contribuyen activamente a que cumplamos más años.
De hecho, como se recoge en el libro Longevidad y envejecimiento en el tercer milenio: nuevas perspectivas, de Antonio López Farré y José Miguel Rodríguez Pardo, editado por la Fundación Mapfre, se ha llegado a plantear un perfil de «candidato ideal a la longevidad», que presenta las siguientes características:
- Peso ideal en función de su altura, con un IMC no superior a 25.
- Excelente historial médico, sin enfermedades graves ni crónicas.
- No ha fumado nunca, o dejó de hacerlo hace más de 5 años.
- Su estatus financiero es excelente, sin quiebras en los últimos 5 años.
- Su familia inmediata no ha tenido problemas cardiovasculares ni cáncer interno antes de los 60 años.
- No participa en actividades (ya sea por ocio o por trabajo) de riesgo (como escalada, carreras de motos, minería…).
- Niveles de colesterol correctos (no más de 220).
- Buenos niveles de tensión arterial (entre los 140/85 o menos).
- Historial de conducción limpio.
- No haber sido detenido nunca por drogas o consumo de alcohol.
Más allá de estos elementos, los autores también incluyen otros factores que inciden de un modo un otro en una existencia más larga. Vamos a comentar algunos de ellos.
Nivel socioeconómico
Cuanto mayor es la renta de una persona, puede alcanzar bienes y servicios de más calidad, como una mejor vivienda, el acceso a sistemas de jubilación y pensiones, o prestaciones adicionales de salud. Todo ello ayuda a una supervivencia mayor.
Nivel educativo
A mejor educación, aumentan las opciones de conseguir mejores trabajos y mayores retribuciones. «De la relación positiva entre educación y nivel de ingresos surgen beneficios para la salud».
Las relaciones sociales
Se ha constatado que el mantenimiento de relaciones sociales proporciona apoyo emocional y evita el aislamiento y la soledad. Cuando alguien se encuentra «extremadamente solo, incrementa en un 14% el riesgo de muerte prematura».
La felicidad
Diversos estudios apuntan a que la satisfacción por la propia vida, que se traduce en felicidad, tiene un impacto muy poderoso en la longevidad. Salvo circunstancias excepcionales y en igualdad de condiciones, los individuos felices parecen vivir más tiempo.
El estado civil
Se considera que las personas que viven en pareja tienen más recursos para hacer frente a los problemas de la vejez, tanto en el plano de la salud como en el emocional. El apoyo mutuo de los cónyuges o los miembros de la familia ayuda a superar las adversidades e influye en una vida más larga.
La religión y espiritualidad
Se ha comprobado que los seres humanos con vivencias religiosas «alcanzan mayores registros de longevidad. Se cree que las personas religiosas tienden a ser felices y la sensación de amparo deriva en una manera de vivir la vida sin estrés»
El bajo nivel de estrés
Investigaciones han apuntado que los estados de ansiedad pueden incidir hasta en un descenso medio de años de vida, ya que el estrés influye en el deterioro del sistema inmunitario, la aparición de enfermedades vasculares, la depresión o incluso se apunta hasta en la aparición del cáncer.
La actividad profesional
El trabajo que se realiza durante tantos años puede ser determinante en la esperanza de vida posterior, ya que hay actividades profesionales que implican un gran desgaste físico y psicológico.
El sistema sanitario
Las características del sistema sanitario de un país pueden determinar un diez por ciento de la esperanza de vida. Actualmente, con la puesta en cuestión de la sanidad universal y los problemas económicos de la salud pública, se cree que el crecimiento de la longevidad puede haberse ralentizado con respecto a etapas anteriores. No obstante, este factor se compensa con los avances en investigación médica y farmacéutica, que constantemente abren la puerta al tratamiento eficaz de muchas enfermedades.