Se estima que una de cada tres personas no parece alimentarse bien en la vejez. Así lo afirman en un artículo publicado en The conversation, en el que los autores alertan de que las deficiencias en la nutrición deterioran la masa muscular y la densidad ósea, y afectan a la inmunidad frente a enfermedades. Como resultado, se acelera el ya inevitable proceso de envejecimiento.
¿Qué aspectos influyen en la mala nutrición? Parece que, por una parte, la menor sensibilidad de los sentidos lleva a que «las comidas sean menos vistosas y apetecibles», lo que fomenta que no haya tantas ganas de comer.
Asimismo, los problemas de masticación y digestión, la ingesta de medicamentos y otras patologías influyen en que se pierda el apetito y que se manifieste preferencia por unos alimentos, en detrimento de otros. Todo esto, unido a la menor capacidad de absorción de nutrientes, lleva a que la malnutrición esté más presente de lo que pensamos.
Por otra parte, no conviene olvidar que factores como la soledad, el bajo estado de ánimo por las enfermedades o el propio paso de la vida pueden causar desinterés o despreocupación por la comida.
Para evitar la desnutrición, es importante revisar la dieta que se está siguiendo y completarla para que sea más equilibrada. Igualmente, conviene seguir recomendaciones como:
- Facilitar la ingesta de alimentos de fácil masticación, bien por sus condiciones naturales o bien porque se preparan de modo que resulten fáciles de digerir.
- Si es necesario, recurrir a cubiertos adaptado para que no resbalen.
- Evitar trozos de comida grandes, que puedan inducir al atragantamiento
Pese a las dificultades, con la estrategia adecuada es posible que las personas mayores coman todo tipo de alimentos para disfrutar de una nutrición variada y saludable. Sobre todo, es cuestión de controlar la cantidad y preparar la comida para que sea fácil asimilarla.