En no pocas ocasiones se relaciona la vejez con unos hábitos alimenticios restrictivos, con los que parece que las personas mayores ya no pueden disfrutar de la comida. Sin embargo, una nutrición saludable no está reñida con el placer de comer.
Con esta premisa, los responsables de la Fundación Edad y Vida han promovido la elaboración de una Guía para la alimentación y la nutrición de las personas mayores, en la que se tienen en cuenta las tres dimensiones de la comida: la emocional-racional, que «engloba los significados, valores y actitudes que nos generan los alimentos», la organoléptica, «que tiene que ver con el placer que se puede obtener a través de los alimentos», y la orgánica, «que se refiere a la aceptación de los alimentos por parte de los órganos del cuerpo».
Estas tres dimensiones son importantes a la hora de preparar una dieta para asegurar que las personas mayores tengan una experiencia plena con los alimentos. Además de ellas, también se considera importante mantener en lo posible los hábitos alimentarios a los que cada uno se ha acostumbrado durante muchos años.
De hecho, los mayores valoran especialmente contar con unos horarios regulares, realizar siempre el mismo número de ingestas al día, y mantener costumbres como compartir la mesa con otros, tener la compañía de la radio y la televisión, o comer siempre en el mismo lugar. Todo ayuda a que su experiencia sea satisfactoria y les ayude a mantener los ánimos.
Por otra parte, en la guía también se señala que cuestiones como la presentación de la comida también tienen un papel relevante en una experiencia positiva.
Junto a estos factores, la guía incluye una relación de grupos de alimentos recomendados, así como un amplio y variado repertorio de recetas que respetan los principios señalados y que tienen en común estar integradas en las bases de la dieta mediterránea, un programa nutricional que, como es sabido, es el más recomendado por los especialistas.
Asimismo, el documento incorpora trucos y recomendaciones para facilitar aspectos como la masticación, la deglución o la percepción de las texturas de los alimentos.